Observatorio de denuncias de torturas, abusos, coacciones, casos de corrupción, violaciones, asesinatos y otros crímenes cometidos por el sistema.

miércoles, 12 de junio de 2013

Paco Etxeberria Forense: «Cuando empecé, el 100% de los detenidos eran maltratados»

INVESTIGACIÓN SOBRE LOS 50 AÑOS DE CONFLICTO
«Cuando empecé, el 100% de los detenidos eran maltratados»
Paco Etxeberria, presidente de la sociedad Aranzadi, descubrió la situación de los detenidos vascos cuando comenzó a trabajar como forense en los años 80. Ello le dota de una perspectiva completa sobre la evolución de la práctica de la tortura, desde aquellos diez días de incomunicación diseñados para «desguazar a todos» hasta la fase actual, pasando por el momento en que se pasó a maltratar sin dejar marcas. «Las torturas se acabarán cuando se les puedan imputar a los jueces»», concluye en una extensa entrevista para Euskal Memoria recogida por GARA.


GARA | DONOSTIA

p002_f02.jpgEl trabajo que prepara Euskal Memoria y que publicará a finales de este 2012 incluirá también entrevistas con expertos como Paco Etxeberria, que ejerció como forense visitando a detenidos en los años 80 y ha seguido muy de cerca la práctica de la tortura desde entonces. Su testimonio aparece en el último ejemplar de la revista de la fundación y GARA recoge aquí algunas de sus revelaciones:

Sobre los años 80: «En el momento en que entramos nosotros, algunas cosas cambiaron, pero muy poco. (...) Lo que ha- cían era que al más torturado no nos lo enseñaban; al que estaba, digamos, impresentable, no nos lo enseñaban y nos de- cían `no está por aquí, lo hemos trasladado'. Y cuando luego, al cabo de los diez días, veías toda la documentación, te dabas cuenta de que el traslado se les hizo a todos a la vez. (...) Lo más escandaloso era que se inventaron una situación intermedia entre el `no está en el partido judicial donde fue detenido' y el `tampoco está en Madrid'; igual estaba en Burgos. Así la jurisdicción se perdía».

«En aquel tiempo el 100% de los detenidos eran maltratados por la Policía, aunque vinieran de la delincuencia común. Si detenían a un individuo, por ejemplo, por robar un radiocasette de un coche, también».

Diez días de incomunicación: «¿Si diez días era el tiempo que hacía falta para que desaparecieran las señales de tortura? Sí, estaban pensados para eso (...) Entonces era echar la red, coger a un grupo de amigos, desguazarlos a todos y de alguno de ellos igual sacaban algo que resultaba interesante para la siguiente».

Dos casos claves: «Esa gente vivía con tal impunidad que se asombraban de que un juez pudiera pretender, ni se pudiera atrever, a interrumpir su trabajo. Quizás el ejemplo más grandioso fue la muerte de Lucía Urigoitia [en 1987], cuando la Guardia Civil asalta el piso; muere ella y el Juzgado de San Sebastián, a través de la Fiscalía, se plantea entrevistar a los compañeros de Urigoitia que en esos momentos estaban en el piso, porque la versión que nos daba la Guardia Civil era de broma. Cuando eso se hace molesta tanto a la Guardia Civil que hay una reclamación oficial al juez de San Sebastián, en la que acaba interviniendo el Consejo General del Poder Judicial. Vinieron en una inspección, argumentando que se había entorpecido la labor policial y que cómo era eso».

«En el caso de Mikel Zabalza [en 1985], yo creo que sí se les encendieron unas luces de alarma. (...) Barrionuevo, que era entonces ministro, sí dudó al menos un minuto de la versión oficial y llegó a decir en el Parlamento que era rocambolesca. (...) Así que cuando luego decide cubrir, o encubrir, luego ya le vienen rodadas todas las demás. Me he imaginado un montón de veces la situación en la que estarían, muy solemnemente reunidos, Rodríguez Galindo, los gobernadores civiles, asesores, etcétera... y me imagino la escena en la que Rodríguez Galindo dice: `déjenme, déjenme, que esto lo arreglo yo'».

Los forenses de la Audiencia Nacional: «En aquel tiempo, y se puede decir que también en todo el periodo posterior, los médicos forenses que estaban en la Audiencia Nacional no ejercían ni ética ni deontológicamente el mínimo esfuerzo que les correspondía. Son y han sido siempre encubridores. Y yo, que les he conocido personalmente, se lo puedo decir a la cara tranquilamente».

Los jueces: «El reproche, sobre todo, habría que hacérselo al juez. Y por eso llega un momento en que te preguntas: `¿Cuándo se acabarán las torturas?' Está claro, el día en que se les puedan imputar estos hechos a los propios jueces. Así de claro. El juez tiene que hacer lo que sea para que esto no pase y, además, tiene todos los mecanismos para que no vuelva a pasar. Así que si no lo hace, es un encubridor».

La evolución de los maltratos: «Lo tienen aprendido muy bien, no dejando marcas. Lo que ellos hacen es resquebrajar sicológicamente al individuo. (...) En el momento actual igual se da menos el maltrato de carácter vengativo o punitivo, pero lo de obtener información yo creo que sigue funcionando. Y para eso no vale darle una somanta de palos y ya está, porque igual lo revientas y no sacas nada. En el momento actual lo que hacen es resquebrajar sicológicamente al individuo, y para eso no tienes que darle patadas en el hígado todo el tiempo. Se hace de otra manera, y lo saben hacer. Teniendo al individuo cansado, bajo tu mando. Un individuo al que tú le dices `quítate la ropa' y se la quita, `ponte la ropa' y se la pone... Si eso lo hace cuatro veces seguidas, entra ya en tu rollo, mentalmente está en tu rollo. (...) Lo de los puntos débiles lo tienen cada vez más aprendido. En el caso de Unai Romano, por ejemplo, pega el reventón sicológico cuando le hablan de su madre y le dicen que su madre ha muerto»

Fuente: 

No hay comentarios:

Publicar un comentario