Observatorio de denuncias de torturas, abusos, coacciones, casos de corrupción, violaciones, asesinatos y otros crímenes cometidos por el sistema.

domingo, 16 de junio de 2013

Bahia en Pasaía, emboscada criminal año 1984


La emboscada en Bahía de Pasaia, en la bocana del puerto donostiarra de Pasai Donibane (Pasajes de San Juan), el 22 de marzo de 1984, supuso el golpe más duro y casi definitivo a los CCAA (Comandos Autónomos Anticapitalistas). Asesinaron a Pelu, Pelitxo, Txapas y Kurro, cuatro activistas autónomos de los cinco que habían salido de Iparralde (de la otra orilla situada en Euzkadi norte) en una lancha neumática, en una matanza diseñada premeditadamente por el Estado y sus cuerpos represivos. Pelu y Pelitxo cayeron en el primer ametrallamiento efectuado por la policía sobre la lancha que los transportaba en el moemento de llegar al lugar acordado. Los tres restantes, Kurro, Txapas y Joseba, fueron retenidos por miembros del Cuerpo Superior de Policía en las rocas situadas en el punto de llegada. Al poco tiempo, Kurro y Txapas fueron fusilados en el mismo lugar en presencia del tercero. Sólo sobrevivió Joseba Merino, que se convertiría en el único testimonio de los hechos. La emboscada fue diseñada con premeditación, utilizando como cebo a Rosa Jimeno, una compañera conocida del entorno antirrepresivo, que fue secuestrada por la policía y obligada a concertar la cita bajo torturas y amenazas de muerte.


TESTIMONIO DE JOSEBA MERINO

"Todo comenzó unos días antes con el secuestro de Rosa Jimeno. La policía la obligó, con torturas y poniéndole una pistola en la nuca, a telefonear a casa diciendo que tenía una amiga embarazada y que iba a pasar unos días fuera para ayudarla. Querían mantener en secreto la detención... al fin y al cabo fue un secuestro. Después la obligaron a contactar con su novio, Kurro, y a concertar una cita en el puerto de Pasaia. Allí, le ataron con una cuerda los pies y la pusieron en el lugar adecuado."


"Llegamos y de lejos, a unos 50 metros, se veía todo normal; vimos que Rosa estaba en el lugar habitual haciendo las señales con la linterna y nos dirigimos tranquilamente hacia allí. Yo llevaba la embarcación y, al llegar, puse el motor en punto muerto y lanzamos amarras mientras nos preparamos para desembarcar.

Éramos cinco y mi perra Beltza. El primero que bajó fue Pelitxo, con una bolsa en la cual iban las armas, el segundo Kurro, y en tercer lugar iba a desembarcar yo, pero antes de hacerlo le dije a Kurro que cogiera a la perra. Yo estaba inclinado en la barca, cogiendo a Beltza, cubierto por unas rocas que tenían un metro de altura y de nuevo le dije a Kurro que la cogiera... De repente, pudimos ver como una cuerda que estaba situada detrás de Rosa, que la teníamos a pocos metros, se tensaba y ella caía súbitamente al suelo. Se oyó un "alto policía" y de continuo, sin dar tiempo alguno, se dio un disparo suelto, que era la señar para que los 20 o más txakurras (policías) disparasen a la vez y controlar, de esta forma, que ninguno se precipitase empezando a disparar antes de lo previsto.

Fue una sorpresa total. La operación fue así: el jefe de la operación dijo a sus hombres que él dispararía un tiro, que serviría de señal para que todos empezaran a disparar; se trataba de cogernos por sorpresa sin tener tiempo de reaccionar. Todo sucedió muy rápido, no pasó ni un segundo entre el alto y las ráfagas. En aquel momento tiraron de la cuerda que sujetaba a Rosa, que cayó al suelo, de forma que no le alcanzaron las balas."


"Estaba agachado contra las rocas, dejé la perra y me lancé al agua. Nadé unas brazadas por debajo del agua, y sintiendo las balas por encima de mí. Salí cerca de unas rocas que hacían como una especie de túnel y me dieron refugio. Aparecí con la nariz sangrando. Estaba todo iluminado con muchos focos. Seguían disparando. Yo me encontraba en la proa cuando se iniciaron las descargas, Pelu y Txapas estaban en la barca, y al no verlos, supuse que se habían tirado al agua. No intentamos huir ni coger las armas que estaban en las bolsas, una de ellas en tierra y la otra aún en la barca. Fue una sorpresa y no se pudo reaccionar.

En cuanto dejaron de disparar aparecieron dos barcas, tipo Zódiac, de la Guardia Civil, que con potentes focos nos buscaron entre las rocas. Me localizaron y a punta de metralleta me hicieron salir del agua, subir a las rocas y ponerme con las manos en la cabeza. Rosa ya no se encontraba allí; sólo vi a Kurro y a los txakurras que lo retenían. Mientras tanto, numerosos policías seguían buscando a los otros compañeros que pudieran estar vivos; al cabo de 2 o 3 minutos trajeron a Txapas con otra embarcación de la Guardia Civil y le hicieron saltar al agua y luego le obligaron a subir a las rocas. En la emboscada habían muerto Pelitxo y Pelu, y la perra. Nos pusieron a los tres en fila con las manos en al cabeza al borde de las rocas y a escasa distancia del mar. Estábamos desarmados pues las armas se habían quedado en las bolsas. Nos ordenaron que nos identificáramos y, al darles el nombre, cuando les dije que era José Luis Merino, uno de ellos me dijo: "tú eres el Coronel"; yo le contesté que no, que yo era Yosua.

Los policías estaban muy nerviosos y, con insultos y amenazas, dijeron que me separara unos metros. Tres txakurras se aproximaron a mis compañeros, dos con metralletas (una Ingram M-10 y una UZI) y el otro con una escopeta de postas tipo Corredora, y sin haber ninguna palabra ni acto por parte de Kurro y Txapas los fusilaron... desde menos de un metro de distancia; cayeron de espaldas a la ría por la fuerza de las muchísimas balas que hicieron impacto en sus cuerpos. Habían fusilado a mis compañeros."


Los sucesos en Bahía de Pasaia se enmarcan en el contexto represivo y de guerra sucia que alentó el gobierno del PSOE con el desarrollo y la aplicación del Plan Especial para la Zona Norte (plan ZEN). Este plan constaba de un aspecto oficial (establecer lazos entre los partidos democráticos para acabar con los enemigos y posibles enemigos del Estado; asignar grandes partidas presupuestarias a las fuerzas de seguirdad y ahogar la financiación de colectivos disidentes; aumentar el número de efectivos policiales con el pretexto de la seguridad ciudadana; evitar expropiaciones bancarias y de grandes superficies; fomentar la seguridad privada; elaborar leyes antiterroristas; creación de la Audiencia Nacional; etc) y de otro aspecto extraoficial (diseñar una estrategia que aunara el caos de las acciones de grupos paramilitares como Antiterrorismo-ETA, Grupos de Intervención Nacional, Alianza Apostólica Anticomunista o Batallón Vasco Español, que desembocó en la creación de los Grupos Antiterroristas de Liberación o GAL). Un Comando Autónomo, por las impunes acciones del GAL y la evidencia de la responsabilidad de cargos del PSOE en su organización, decide atentar contra uno de los cargos del PSE. El objetivo elegido es Enrique Casas Vila, secretario de organización y miembro de la Junta de Seguridad del País Vasco. La muerte de Casas se convirtió en cuestión de Estado. La izquierda abertzale achacó el atentado a la guerra sucia y eliminó políticamente a los Comandos Autónomos dando carta blanca a la represión. García Damborenea, secretario general del PSOE en Bizkaia, ya había vaticinado tras las amenazas por la implicación de su partido en el GAL que "las agesiones se pagarían cinco a uno". Los Comandos Autónomos Anticapitalistas estaban debilitados y acababan de escindir su coordinadora, la realidad asamblearia de la que surgieron estaba en decadencia, lo que facilitó la acción prepotente de las fuerzas de seguridad. 


La información y el testimonio están extraídos del libro Emboscada en Pasaia. Un crimen de Estado redactado por un colectivo por La memoria colectiva de la lucha autónoma. 2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario