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miércoles, 12 de junio de 2013

El Dr. Figuera experimentó en mendigos, previamentemente secuestrados por Servicios Secretos españoles

El cardiólogo Diego Figuera, que fue codirector de la Clínica Puerta de Hierro, en Madrid, conocido como el "Doctor Mengele", quien experimentó, en colaboración con el CESID, con mendigos (al menos tres murieron) es, según el empresario inmobiliario Eduardo Calvo uno de los fundadores de la Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias, AVNS, el responsable de la muerte de más de setecientas personas por la implantación de unas válvulas cardiacas de su "invención que nunca funcionaron". La investigación de los juzgados de la Audiencia Nacional estuvo paralizada hasta el año 1999 y, hace algunos meses, la causa contra él fue "sobreseída" a petición de la Fiscalía General.



Lleva diecinueve años denunciando el experimento clínico al que fue sometido, junto a las cientos de personas más, al implantársele en el corazón una válvula ineficaz y dañina que tuvieron que reemplazarle más tarde para salvar su vida. Según Calvo, el cardiólogo Diego Figuera fue siempre conocido como Doctor Mengele, quien preparó un anestésico para emplear en los secuestros de mercenarios de los GAL a petición del CESID.

No me cupo ninguna duda y tenía los datos suficientes para afirmarlo. Oí en la radio, no lo olvidaré nunca, el 17 de septiembre, a las siete y cuarto de la mañana, la noticia de la experimentación con mendigos. Yo conocía la relación del doctor Figuera con el general Manglano y los asocié inmediatamente. Figuera ha estado más de veinte años experimentando con pacientes, sin importarle la vida de las personas, y cuando me llamaron por teléfono para confirmármelo, una hora después, cualquier duda que hubiera podido tener quedó resuelta. Era Diego Figuera sin duda alguna. La ausencia de las dudas iniciales de Calvo la explica por el conocimiento previo que tenía de las relaciones de Figuera con el recientemente condenado Manglano. Me lo habían contado hace años. Yo conocía al que fue Subdirector Nacional de Sanidad, José Luis López Vilas, al doctor Ramón Guaitá, Inspector Nacional de Sanidad, y después asesor del Defensor del Pueblo, cuando era comandante; un hombre muy recto; había hablado muchas veces con el Director General del Insalud, José Luis Izaguirre. Esas ansias de poder y de relacionarse con el poder, eran características de Diego Figuera.

Eduardo Calvo, 48 años, ha denunciado reiteradamente las irregularidades cometidas por el doctor Figuera; es un superviviente del implante de la válvula inventada por Figuera, a la que bautizó como Xenofic, una bioprótesis valvular cardiaca de pericardio bovino, tan imperfecta que, al no dejar pasar el flujo sanguíneo completo, produce una dilatación espectacular del corazón. Los obturadores se rompen, encharcando los pulmones del paciente que moría con vómitos de sangre si no se la sustituían a tiempo. Después de la experiencia, junto a otros afectados, fundó la Asociación, en abril de 1985. Eduardo Calvo es autor de distintas patentes sobre técnicas hidráulicas, lucha contra incendios y riego por aspersión a cuya difusión estuvo dedicado.

Como no me fiaba, envié un informe al juez Garzón. En octubre y diciembre de hace dos años, oí el bulo de que a Diego Figuera le había dado un infarto y que estaba ingresado en Puerta de Hierro, que al salir le dio una hemiplejia, y, la verdad, no me creí nada; efectivamente, confirmé que era todo mentira. Sólo era una medida preventiva para que no le marearan. Incluso, prepararon una habitación con su nombre en la puerta, y un guardia de seguridad fuera. Estuvo un día y se fue a casa. El diez de marzo, ya pasadas las once de la mañana, fui a ver al oficial que llevaba el caso; en el juzgado me confirman también que Figuera era el famoso "Doctor Mengele". Al ver una foto que mostré, me indicaron que era ya mucho mayor, y me aseguraron que había testificado en la Audiencia Nacional.

El doctor Figuera, o el Ángel de la Muerte, muy acostumbrado desde hace años a contactos con periodistas, en ésta como en otras ocasiones, no respondió a llamadas que realizamos a su domicilio para contrastar su versión, resultando imposible hablar con él. En la Audiencia Nacional, el sumario que se ocupa del caso es de asesinato de Ramón Oñaederra, miembro de ETA, el 19 de diciembre del año 1983, en la ciudad francesa de Bayona. El periódico El Mundo desveló, a partir de la documentación incautada en la celda del coronel Juan Antonio Perote, ex jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME) en el CESID, grupo dedicado a las tareas sucias del espionaje español, los detalles de la denominada Operación Shuto, rebautizada después como Operación Mengele por asociación a Joseph Mengele (el Ángel de la Muerte), médico-jefe del campo de concentración en Auschwitz, que experimentaba con los detenidos la tesis sobre la higiene racial de los nazis; en este caso, todos los preparativos realizados en Madrid en 1988, tenían el objeto de secuestrar en Bayona a José Antonio Urruticoechea, más conocido por Josu Ternera. A él iba destinada la anestesia brindada a Manglano por su amigo el médico.

Experimentan con dos mendigos que encontraron en los alrededores de la plaza Dos de Mayo, en Madrid. De los dos primeros secuestrados, a uno le rompen la nariz de un puñetazo al resistirse, dejándolo tirado cerca de un centro asistencial; al otro, víctima de los efectos de la anestesia de Diego Figuera, el Doctor Mengele del CESID, le dejan en una zona próxima al barrio de Tetuán. El tercer cobaya humano, también un mendigo, murió por la anestesia del Doctor Mengele y, para cubrir las apariencias, incoaron Diligencias Previas en la Audiencia Nacional que, con el tiempo, dejó sobreseído el caso.

Inventor español en España

En 1979, Diego Figuera era presidente del Consejo de Administración de la sociedad anónima Implantes Médicos, empresa fundada para desarrollar, distribuir y vender los inventos patentados por él mismo, pretendiendo que fuera su pasaporte de entrada en la historia de la medicina española. Recibió subvenciones de veinte millones de pesetas cada año, desde el año 1972 hasta 1979 y, como único resultado, sólo presentó dos bioprótesis valvulares cardiacas, a las que él denominaría Durafic y Xenofic.

De Durafic se fabricaron quinientas, las hacían con membranas extraídas del encéfalo de cadáveres. Una vez implantadas en los pacientes se rompían los anclajes y la muerte era inevitable si no se reintervenía con urgencia y se sustituía a tiempo.

De Xenofic vendieron 1.200 bioprótesis. A los dos años fracasaba la válvula en todos los casos y había que volver a operar para su sustitución sin alternativa posible. Los responsables del servicio de Cirugía Cardiovascular de la Ciudad Sanitaria de Zaragoza denunciaron en 1983 en la Revista Española de Cardiología su negativa experiencia en el uso del invento, concluyendo que es una prótesis inaceptable. El juez Alberto Jorge Barreiro expuso en un Auto, fechado en marzo de 1986, que el proceder de los querellados (Figuera y socios), no es irreprochable desde el punto de vista social, ya que a la vista de lo avanzado y delicado del producto a vender, debieron restringir el ámbito de su difusión a un número reducido de pacientes y, una vez probada a pequeña escala, propagarla con garantías en un ámbito más amplio; de ahí que su actuación, incluso no siendo punible, no puede tampoco estimarse como la más adecuada desde un prisma ético-social; así como que, la conducta de los querellados que expendieron las válvulas, no puede conceptuarse como la más idónea para la salud del ciudadano. Hoy, el juez Barreiro está en la Sección decimoquinta de la Audiencia Provincial, en Madrid, que juzgó a Manglano. La aventura financiada por otros, sufrida también por otros de los que Diego Figuera, miembro de la Real Academia de Medicina, llama invenciones, terminaría en septiembre de 1982. En el año 1984 , muy tarde ya, el Insalud avisó de la necesidad de inmovilizar todas las partidas de válvulas por el riesgo grave en su utilización. Figuera, ex director del Servicio de Cirugía en la clínica Puerta de Hierro, no dejaba de descalificar a sus adversarios con los términos más duros y los argumentos más demagógicos. Hablaba de campaña difamatoria contra mi persona, con trasfondo político, o de la interpretación malévola del Director General de Farmacia (El País, marzo 1985); denunciando (sic) mala intención y peculiar manera de investigar del Subdirector General de Inspección (El País, 14 de diciembre de 1980); o reconvenía a las centrales sindicales, según decía el 19 de marzo de 1978, que se aprovechan para calumniar y menospreciar a los que hacen cuanto pueden para el desarrollo de la investigación en España y reducir las gravosas importaciones.

Todo para un balance de muertos, que Eduardo Calvo estima en más de setecientos. Diego Figuera es autor de dos libros, Transplante renal (1972) y El transplante cardiaco - Dificultades en España, y coautor de Arterioesclerosis. Figuera tiene presencia pública como miembro de la Real Academia de Medicina y, además, es presidente de honor de su Junta Directiva, miembro del Comité Senior de la Sociedad Española de Investigaciones Quirúrgicas, e integrante del Consejo Editorial de Revista Española de Cardiología editada por la Sociedad Española de Cardiología.

Para cubrir apariencias, incoan unas "Diligencias Previas" en la Audiencia Nacional; y, con el tiempo, el "caso" fue sobreseído y, por supuesto, archivado

Según Eduardo Calvo, Diego Figuera, el "Doctor Mengele" o el "Ángel de la Muerte", es el responsable del crimen de setecientas personas, muchas de ellos mendigos.


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